Monday 1 de July de 2024
TURISMO | 29-06-2024 19:00

Vacaciones de invierno y los paradores de la ruta: una buena excusa para detenerse

Seis paradores ruteros tradicionales donde hacer un alto en el camino para descansar, comer algunas de las delicias de cada lugar, buscar agua caliente para el mate o, simplemente, tomarse un cafecito.
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A la hora de emprender un viaje en vehículo, resulta casi infaltable realizar una o varias paradas para tomar o comer algo, estirar las piernas, despabilarse o, simplemente, tomarlo como una costumbre viajera. Los paradores ruteros tienen su historia, sus clásicos productos, sus comodidades y servicios. ¡Aquellos donde paran los camioneros… y sí, allí hay que detenerse porque se come bien! Frases habituales que suelen utilizar quienes transitan las rutas en vacaciones… o quizás, simbólicos lugares donde ya es un rito hacer un alto en el camino.   

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Precisamente, si de emblemáticos paradores se trata, Atalaya desde 1942 es casi una parada obligada para los viajeros a la costa atlántica. En las puertas de Chascomús, surge como empresa familiar dedicada a la elaboración artesanal de sus propios productos, y hoy en día aún mantiene su tradicional estilo liderado por las famosas medialunas y una gran variedad de exquisiteces. El edificio original, construcción de impronta netamente racionalista y provisto de un gran salón, es un ícono formal de la Autovía Ruta 2 cuando se llega al Kilómetro 113, al que se sumó desde 2012 una moderna edificación en la mano de regreso a Buenos Aires. “Aún se conservan las mesas y mobiliarios de aquellos primeros años –comenta Carlos, uno de los mozos del lugar– y también los añejos frascos de azúcar con tapa de metal”. Sin duda, las medialunas siguen siendo el principal motivo en la afluencia de visitantes (por unidad: $ 1.200). “Somos de los pocos que las elaboramos con agua –acota Juan Gastoldi, actual vicepresidente de esta famosa pyme–, ya que es muy buena la de esta región, y esto hace que el producto obtenga un sabor diferente”. 

Receta tradicional

Como hace más de 80 años, son cocinadas día a día en grandes hornos a leña, siguiendo la primitiva receta. Desde los comienzos, cuando Juan Angel y Odilo García (ambos primos hermanos llegados desde España) decidieron abrir el parador, contrataron a un pastelero de apellido Borromeo, quien fue el inventor de las famosas medialunas. “Estamos en plena expansión, –comenta Juan–, con una venta de algo más de 15 millones de medialunas por año; gracias además a los locales que se fueron abriendo en Zárate, Pilar y Aeroparque; y a los que se suman Ezeiza, La Plata, Ituzaingó, San Telmo, y próximamente, en otros barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

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Antes de llegar a Chivilcoy, donde se cruzan las rutas 5 y 30, aparece El Choripaso, exactamente en el Km 155 de la primera ruta mencionada. Este complejo brinda la posibilidad de realizar un alto en el viaje para disfrutar distintas alternativas. “Con mucha fe me propuse mirar hacia arriba, ya que abajo sólo tenía un viejo carro de campaña y muchas deudas –acota Julián Vita, propietario del predio– y hoy siento que todo fracaso le abre camino al éxito, sin dejar de reconocer que mis posibilidades no alcanzan, pero las de Dios sobran para entender que esto fue un gran milagro”. Con mucha actitud y creencia religiosa, Julián narra aquel comienzo en diciembre de 1993. “Empecé con un puesto de choripanes al paso y con sumo esfuerzo en 1995 abrimos el salón que luego se fue ampliando. Hoy es un Fast Food Criollo (así lo denomina) que ofrece sándwiches de chorizo, de cuadril, pollo mediterráneo, bondiola de cerdo, veggies y hamburguesa tradicional; junto a nutritivas ensaladas gourmet”. Los combos van desde $ 5.300 a $ 7.300. También es posible degustar una variedad de cafés realizados con máquinas italianas. El parador, rodeado de árboles (más de 50 variedades plantados por ellos mismos) y un amplio parque, cuenta además con un pelotero, seis cabañas y un albergue para quienes deseen extender el descanso. 

En Roque Pérez 

A la vera de la Ruta 205 y en el Km 139, El Hornero de Roque Pérez recibe a sus visitantes desde 1966, cuando don Mario Cáceres lo inició como carnicería; pero que con el paso del tiempo y dada la afluencia de viajeros que paraban en el lugar, se fue especializando en chacinados y embutidos de cerdo. Su titular tuvo la iniciativa de hacer la charcutería un arte, fusionando las recetas importadas por sus antecesores con la calidad de nuestra carne pampeana. El parador resulta ideal para arrimarse, tomarse unos minutos de descanso y saborear una rica picada o variados sándwiches de finos fiambres, carnes ahumadas, lomitos, bondiolas y jamones preparados a la vista. Apenas se arriba, te invitan a una degustación de sus diferentes productos. Se pueden adquirir al peso, feteados, en trozos o por unidad, que ronda entre $ 17.000 y $ 18.000 para los salames y longanizas; quesos y paté de cerdo en $ 8.000, entre algunas exquisiteces. También se arman boxs de regalo que parten desde los $ 50.000 (1 salame natural, 1 sobre bondiola, 1 queso saborizado y 1 queso Gouda). A un costado del recinto se encuentra la escultura de un hornero, que hace alusión al nombre del lugar impuesto por su dueño, que mandó a esculpir esta obra realizada por el artista Fernando Pugliese, quien utilizó un armazón de hierro recubierto con fibra de vidrio y resina epoxi.

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Hacia el norte bonaerense y cercano al río Paraná, los dueños de El Alegre parten de la siguiente consigna: “¿Qué quiere decir para nosotros comidas caseras?… Son las que no pasan de moda, las que sabemos quién las hizo y cómo las hizo. Son las que antes hacía la ‘Nona’ y las que ahora hace la ‘Abu’ cuando vienen los nietos, mezcla de alimentos y mimos”.

Sobre un extenso predio al costado de la autopista RN 9, justo en el Km 154, este parador sampedrino llama la atención desde lejos cuando uno viene en el camino. Hay un amplio playón para estacionar y en el comedor se ofrecen platos abundantes que rondan entre $ 6.000 y $ 8.000 en un confortable salón (recomendable: milanesa a la napolitana y pastel de papas). Como parte también del predio, resaltan los puestos de venta de arándanos, antigüedades, mimbrería, artesanías en madera y cafetería. Hay además un sector de alojamiento en cabañas y pileta de natación. 

El Tagüe

A sólo 12 km de la entrerriana Gualeguaychú y a la vera de la RN 14 (actual autopista Corredor del Mercosur), precisamente en el mojón 55, se encuentra el Parador & Hotel El Tagüe, un vistoso y amplísimo complejo que ofrece múltiples servicios para los viajeros. Variada gastronomía en un comedor para 500 personas, venta de diarios y revistas, artículos regionales y atención a contingentes. Es también una parada de micros, por lo que cuenta con venta de pasajes a todo el país, agencia de turismo y un hotel con 40 habitaciones. El parador tiene además un convenio con las cercanas Termas del Guaychú, que incluye alojamiento en el hotel y estadía en el complejo termal (consultar distintas promociones).

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Bien cerca del cruce de las rutas nacionales 188 y 35, en el acceso a la ciudad pampeana de Realicó, se encuentra Pampagonia, que ocupa un predio de grandes dimensiones. Tiene como eje central una moderna estación de servicio YPF y sobre sus laterales se encuentra un amplísimo playón para estacionar, además de sectores de descanso para viajeros, turistas, transportistas y un área especial para motorhomes y autos eléctricos, sanitarios y duchas. El lugar cuenta además con un salón comedor donde se pueden disfrutar de variadas comidas y combos de comidas rápidas que parten desde los $ 8.000, un espacio para mascotas y juegos infantiles.

El parador está abierto las 24 horas y cabe resaltar que es la primera estación servicial que genera su propia energía para abastecerse a través de paneles solares ubicados en el techo del establecimiento. Tal como nos comenta José –chofer de un camión que transporta productos lácteos–, “este lugar es una de las mejores estaciones de servicio del país, porque tiene todas las comodidades para parar y recargar pilas durante un largo viaje”. Opinión que se repite en la mayoría de los viajeros que visitan el lugar, no sólo por lo que brinda sino por la limpieza y el mantenimiento de sus instalaciones.


Paradores cercanos a la ciudad de Buenos Aires estos son sólo algunos, ya que obviamente hay muchos más y en mucho mayor número aún si hablamos de las rutas que se extienden a lo largo de todo el país. Paradas técnicas, descanso, almuerzo o cena, breve detención para un cafecito, pernocte o el placentero gusto de hacer un alto, tan habitual para muchos viajeros cuando pasan por estos recintos. 

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Marcelo Ruggieri

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